En la cancha de la vida


En la cancha de la vida
pivoteando la miseria
se aprende esa cosa seria
de driblear y hallar salida.


Con mucho temperamento
tiene el hombre que jugar
contra adversario sin par
para ganarse el sustento.
El original evento
no tiene hora conocida
con lluvia y de amanecida
a mediodía y con sol
el hombre juega su rol
en la cancha de la vida.


Sirve la disposición
que para el juego se tenga
y mucho más cuando venga
la infaltable confusión.
Los hombres por alma son
de diferente materia
pues mientras que por su histeria
muchos humanos fracasan
otros en cambio la pasan
pivoteando la miseria.


La vida con resquemor
por donde sea lo engancha
porque dentro de su cancha
quiere verlo perdedor.
Con porfía y pundonor
el hombre llena la arteria
y en la miserable feria
rutinaria en la comarca
zafándose de su marca
se aprende esa cosa seria.


De que yerra el que no amaga
y no la enfrenta a la altura
si no es con la sepultura
ese error caro se paga.
Y aunque la vida le haga
la jugarreta indebida
con la confianza debida
él puede seguir su curso
porque ya tiene el recurso
de driblear y hallar salida.


* planta de la décima “Rinden los pueblos hermanos” de Nicomedes Santa Cruz.

© 2007 Luis Bárcena Giménez

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