En casa de mi adorada

La gente se divertía
en casa de mi adorada,
llegué muy de madrugada
porque al padre le temía.


Temiendo a que el padre me eche
de su casa, aunque era el novio
mentalmente pa’ mi agobio
tarareaba “arroz con leche”.
El que menos, escabeche
a boca llena comía
y como gratis bebía
animaba la jarana,
sin pensar en el mañana
la gente se divertía.


El aguadito caliente
por muchas bocas pasaba
yo comelón, me encontraba
sin ganas de meter diente.
No decaía el ambiente
pese a la hora avanzada
la sala estaba colmada
y allí bailaban sabroso
nadie tenía reposo
en casa de mi adorada.


Horas antes un enredo
se me hizo el determinar
entre asistir o faltar
y entre el ¡sí puedo! o ¡no puedo!
A mi novia por el miedo
no iba a dejarla plantada
con la nuez atragantada
pero dándome valor
como todo buen cantor
llegué muy de madrugada.


Mi novia dejó a mamá
para venir a mi encuentro
y sacándome del centro
me llevó pa’ más allá.
Me dijo que su papá
hablar conmigo quería
pedí a la Virgen María
como a mi santo Martín
que todo llegue a buen fin
porque al padre le temía.


* planta de la décima “Voy a cantar un palmero” de Nicomedes Santa Cruz

© 2007 Luis Bárcena Giménez

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