Termina la Navidad
y vuelve el hombre a la carga
dando la cicuta amarga
que destila su ruindad.
El veinticinco llegó
para partir a las doce
pero el cristiano conoce
que este día renació.
Con devoción recordó
¡al rey de la humanidad!
a toda la Cristiandad
trajo bienaventuranza
y con su luz de esperanza
termina la Navidad.
El veintiséis altanero
recae por su altanería
olvida a Cristo, su guía
y desvía su sendero.
Hacia el arma del armero
la mano homicida alarga
prepara la retrocarga
con el gatillo en la diestra
fija la vista siniestra
y vuelve el hombre a la carga.
Sus acciones criminales
se rigen por otras normas
y para matar sus formas
son cada vez más bestiales.
De víctimas potenciales
posee una lista larga,
de ningún pesar se embarga
goza con dolor ajeno
porque se tiene por bueno
dando la cicuta amarga.
Mandar de la tierra al fondo
al prójimo que es su hermano
en la vida del tirano
es un negocio redondo.
Sale de su casa orondo
cual rey de la enemistad
recorre campo y ciudad
viendo a quién hacer el mal
con el veneno mortal
que destila su ruindad.
* planta de la décima “La tregua” de Nicomedes Santa Cruz
© 2005 Luis Bárcena Giménez
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